jueves, 29 de marzo de 2007

COMENTARIOS CRÍTICOS Y MENCIÓN DE LA OBRA

“El hondo silencio de toda locura”
por Orlando Valdez
Los Lanzallamas. Rosario.2001

El silencio ha sido comúnmente asociado al vacío y a la ausencia.
Orlando Valdez viene a decirnos que el más hondo silencio
(sea de aurora o de tormenta), da vueltas y vueltas como ave liberada,
que da vueltas y vueltas hasta volar o volver muerta a su jaula.
Así es el otro silencio, el hondo silencio de toda locura.
Comúnmente el resplandor de la primera luz es considerado
el milagro del renacimiento, el milagro de Aurora, la de pies ligeros, que regresa.
Orlando Valdez viene a decirnos que cuando se iban las estrellas el color de la noche
todavía veneraba, y que cuando irrumpe el cantar de los pájaros lo que cuenta
es el final, que es el inicio del día de los otros.

Difícil reconocer una tradición y antecedentes en estos poemas de ritmo
sincopado, de largo aliento sin puntuaciones y escandido a golpes.
Quizás por momentos podría rastrearse difusamente la digna
progenie del Girondo de En la masmédula, o de Vallejo quizás.
Versos cortos, con imágenes contundentes, interrumpiéndose o comenzando
a partir de una interrupción, con divisiones de estrofas o dobles
espacios marcando finales ni pausas sino más bien suspensión del aliento
para continuar en mayor sofocación. Porque son de densa gravedad
estos poemas, y su música juega con el silencio, y sus imágenes con las
sombras, los dos ejes (temáticos, simbólicos, metáforicos) que guían el libro.

MARCOS RÉBORA
EL LITORAL
Primera Sección
16 – de Santa Fe.
Viernes, 4 de enero de 2002



Poemas breves y concisos, densos y replegados sobre si mismos como puños
apretados, a veces, pero sin crispación, gesto de la mano que se cierra sobre algo asido
como agua o arena, eso que no se puede retener mas que un instante pero que se guardan,
se resguardan en las palabras que “nombran­­ rostros y restos”, “pertenencias” del silencio
hondo o hundido en la memoria que memora, memoriza un calor, un color, el símbolo de
algo que se perdió y vuelve a ser en el poema. Orlando Valdez, es una voz que apela a
una poesía despojada, a una mirada detenida en el germen de sus obsesiones recurrentes
en el lenguaje : el dolor, el amor, la pérdida, el otro, los otros no nombrados y su yo
centrado en la naturaleza, pájaros libres o enjaulados, flores, naturaleza que sobrevive en
el poema como otro tema entrelineado, indecible “pero que es mas que eso”.
Es partir el verbo para mirar y verse al mismo tiempo que se duplican el juego semántico,
los sentidos, los significados, los giros, después, y después de enunciar entre afirmaciones
e incertidumbre que niegan cuando se preguntan lo que antes se da por hecho. El poeta
como sujeto que no se sujeta a ser un blanco del enunciado, que enuncia para denunciar
y denunciarse en “niebla callada”, “un Dios que no hubo”, “ huellas que no había”, “el filo
de un cuchillo silencioso”, sin yo, las mas de las veces, o sin él, que corta los versos cortos,
la respiración profunda y suave de los poemas “y otro es el que viaja” “y el día es de los otros” y también : “tengo mis huesos y el de los otros”, el, no los... huesos todos, alguno
que es todos los huesos, quizás.
Valdez, el poeta, está como ” la luz de la vela” apenas alumbrado, escindido en la luz y la
sombra de esta poesía que tiene como el pabilo un hilo que se quema para iluminar algún
altar, algo sagrado que se menciona como una zona de duda, de Dios o de dioses ajenos
al credo de esta fe poética. A esta búsqueda de una fe o “fuego del desvelo” “en la blanca
lacrada hoja” “dentro de la palabra”

Orlando Valdez, escribe ese silencio hondo del mundo, arena o ceniza ceremonial,
bendición o sacramental penitencia, intención de alcanzar el espíritu de algo superior que
redima toda locura humana o divina, en lo que queda de lo que fue o pudo ser palabra y es
ahora metáfora de silencio, símbolo de mudez. Toda la locura guardada en las palabras
dadas “como antídoto”, contraveneno de un dolor acallado, duro y leve como el titanio.

Algo que pesa sin que se note, que denota porque significa amor, dulce cuerda locura que
busca la manera de gritar todo mal y todo bien, pero desde esa vía media de la poesía, esa
senda justa donde poder expresar y expresarse. Queda de la lectura de esta poesía suya, la
emoción estética que produce una escritura hecha de una economía verbal que amplía en
esa economía esencial el tema de cada poema. Y ese estar en él y en los otros, como otro,
como todos.

¿Qué es la poesía sino eso que nos deja perplejos porque nos abarca y nos refleja en el
espejo “de la blanca lacrada hoja” “dentro de la palabra” ? Ese misterio. Esa certeza. Ese
hilo de Ariadna de la poesía que siempre nos salva.

Concepción Bertone





Palabras Preliminares

Estos poemas de Orlando Valdez son una profunda reflexión sobre la comunicación
del hecho estético - del hecho poético - y la palabra portadora
de significado. El hilo que desenmaraña esta madeja, podría ser
el título del volumen que también es el título del poema que cierra
la primera parte del mismo. Para Orlando Valdez la locura es un modo del caos.
El silencio también lo es, en cuanto representa la unión pictórica con la palabra
sobre la página en blanco: dueña esta de toda la poesía y de toda sugerencia.
Este concepto - que no es de Rimbaud sino de Stéphan Mallarmé y está
expresado en “Brisa marina” - incluye esta obra en la sospecha que instauró
el simbolismo sobre la poesía y también sobre la su comunicabilidad
de la cual hablaba en el primer párrafo de este texto.
No hace falta hacer nuevas disquisiciones sobre este hecho.
Lo que me asombra - y por su puesto asombrará al lector - es
la aparición de un universo subyacente a la página, subliminal a la conciencia,
en donde la labor del poeta se hunde para darle su lugar en el lenguaje.
Si la página en blanco es el universo de sugerencias, la imagen del ave
liberada también lo es, con la, paradoja de que esta ave lleva la muerte
de la libertad anunciada en su momento anterior al vuelo: anunciada en el
momento que todavía la página es “aurora” o “blanca hoja/dentro de la palabra”.
Estas paradojas, ¿ explican la lucha por desentrañar un lenguaje
que la comunique ?. La adjetivación de sustantivos, la ausencia
de verbos conjugados, la resolución de poemas en imágenes concisas,
que emergen después de una tormenta navegando en el blanco mar de la página,
estos rasgos estilísticos, ¿ representan esta lucha ?. Me atrevería a afirmarlo.
Hace ya un tiempo fui jurado de un concurso en donde conocí poemas
de Orlando Valdez sin saber quién era el autor. Advertí la preocupación
por dar un mensaje que comparta con el lector su navegación por las
aguas profundas de reflexiones maduras. Estos poemas son ese resultado.

ALBERTO LAGUNAS

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